Es muy importante entender que la amistad con el mundo nos aparta de nuestra relación con Dios y por consecuencia empobrece nuestra vida espiritual.
Ningún creyente debe comprometer su fe ni su integridad mezclándose con los que no creen en el Señor y participando de actividades que no son agradables a los ojos de Dios.
Los hijos de Dios tienen que tener el valor para decir “no” cuando es necesario, confiando decididamente en el Señor para enfrentar el mal.
El alejarse del camino de Dios y dejarse engañar por tiene graves consecuencias, por lo que debemos estar siempre atentos, orando en todo momento clamando por la protección de Dios.
En las sagradas escrituras está escrito que quien ama lo que Dios aborrece se constituye en su enemigo, por lo tanto debemos pedir a Dios sabiduría y valor para seguir andando por su camino.
Debemos escudriñar las escrituras y clamar a Dios para que nos ilumine y nos dé el discernimiento que nos permita apartarnos de los caminos que parecen derechos pero su final nos lleva a la muerte espiritual.