El hombre pecador está muerto pero si acepta a Jesucristo el pan de vida eterna, y se arrepiente, alcanza la salvación de su alma.
Es fundamental reconocer la provisión de vida que da el Hijo de Dios y examinar nuestra actitud desarrollando un modo de vida agradable a nuestro Dios.
Cristo es la solución a todas las necesidades y una muy importante es la espiritual y para esto debemos estar siempre en comunión con nuestro dador de vida.
Aunque vivimos en una época en la que el materialismo representa amenaza para la vida espiritual, los creyentes tenemos que fijar nuestra mirada solamente en Cristo que es el único que puede salvar nuestra alma.
Seguir la enseñanza de Jesús de buscar primero el reino de Dios y su justicia y que todo lo demás vendrá por añadidura, dando en todo momento la prioridad a nuestro Salvador.
La recomendación que nos da nuestro Señor en su palabra es que trabajemos pero sin desatender el lado espiritual, sino buscar siempre la presencia de Dios en nuestra vida y hacer su voluntad.