Jesucristo el Buen Pastor dio su vida por nosotros, y ello constituye una muestra irrevocable del amor de Dios para los pecadores, otorgando el perdón y el camino hacia la salvación eterna.
Como creyentes tenemos que estar dispuestos a dejarnos guiar por las enseñanzas de Cristo y desarrollar una conducta acorde a su voluntad.
La Palabra de Dios establece que Cristo es la puerta a la salvación y a una vida abundante, pero la entrada a esa puerta es para los que oyen y ponen en práctica su mensaje.
Con la seguridad de que nuestro Buen Pastor conoce el camino correcto, nuestro deber es ser fieles y obedientes a su palabra y así podremos obtener sus promesas de vivir juntamente con Él en su Reino.
Aunque hemos sido perdonados por la Sangre de nuestro Salvador, aun el pecado nos asedia, por esta razón debemos prepararnos espiritualmente para poder resistir al pecado.
El alimento espiritual es provisto por Dios mismo en su bendita palabra, en la oración que es una comunión directa con El, y en la obediencia, así podemos alcanzar su gracia y estaremos en posición de recibir sus grandes promesas de amor.