Si conocemos la palabra de Dios sabemos que el sacrificio de Jesús ha sido el precio de la salvación que nos es dada gratuitamente a quienes confiamos y vivimos bajo su voluntad.
Esa salvación eterna que solo Él nos puede dar, la podemos obtener viviendo según su voluntad y viviendo con una fe inquebrantable en su palabra.
La gran promesa de amor es que nuestras almas vivirán eternamente al lado de nuestro Señor Jesús, si logramos vencer alejarnos del pecado.
Cuando Jesucristo dio su vida por nosotros, no le importó sufrir el mayor dolor que puede sentir un ser humano y lo hizo todo por salvarnos y darnos esa vida eterna en su morada celestial.
Teniendo conocimiento de este gran sacrificio de amor, lo menos que podemos hacer es tratar de hacer las cosas más agradables a sus ojos para así alcanzar su gracia y perdón.
Por lo tanto, confiados y reforzados en su palabra, podemos esperar con ansiedad y valentía el regreso de nuestro Señor Jesucristo, quien vendrá por una iglesia santa y sin mancha.