Al aprender los mandamientos de Dios, nos damos cuenta que depende de nuestra obediencia el alcanzar una vida eterna al lado de nuestro Señor Jesucristo.
Sabemos que al cumplir sus ordenanzas nuestro Padre Celestial nos favorece en gran manera, dándonos una tranquilidad y seguridad que solo la podemos obtener si caminamos con El.
Meditando en cada uno de estos mandatos divinos entendemos que también ellos nos brindan la sabiduría para vivir bajo la voluntad de Dios y así tener su respaldo a lo largo de nuestros días en este mundo.
Dios nuestro Señor nos muestra su gran amor y nos convierte en hijos suyos al ofrecernos su protección en esta vida y al llevarnos a su morada que nos tiene preparada al llegar a su Reino.
Él nos manda a amar a nuestro prójimo como Él nos ama, y así poder permanecer en nosotros su amor y demostrar que somos sus hijos.
Siendo nuestro Dios Poderoso y Misericordioso nos proporciona grandes promesas de salvación tanto para nosotros como para nuestros seres queridos sabiendo que si lo amamos no es de ninguna manera difícil cumplir sus mandatos.