Como Hijos de Dios sabemos que con oración y fe podemos recibir un pronto auxilio de nuestro Padre Celestial en las tribulaciones por las que pasamos en este mundo.
Si clamamos a Dios con todo el corazón y tenemos la fe suficiente para creer que nuestra petición será contestada, podemos tener la seguridad de que El escuchará nuestra oración.
Con la certeza de que las promesas de Dios son verdaderas y eternas para quienes le siguen y guardan sus mandamientos, tenemos la salvación al alcance de nuestras manos.
Dios nos promete estar siempre a nuestro lado, pero tenemos que recordar que todas nuestras peticiones están sujetas a su voluntad y a su tiempo, por lo tanto, debemos esperar con paciencia.
Conocer el poder de Dios nos fortalece y endereza nuestros pasos llevándonos a una vida completa de verdad y gozo, a pesar de las pruebas y batallas que se nos presentan.
Dedicar un tiempo diariamente para la oración aumenta nuestra fe, mueve la mano de Dios y veremos los milagros y maravillas que El hace en nuestra vida y nuestra familia.